Mujeres y salud mental: una necesidad que merece ser atendida

Tanto hombres como mujeres corren el riesgo de desarrollar problemas de salud mental. Sin embargo, el género y el sexo, especialmente en las mujeres, puede afectar  la susceptibilidad y la exposición a problemas específicos de salud mental. La depresión y la ansiedad son, por ejemplo, más comunes en mujeres que hombres.

Los procesos fisiológicos -como cambios hormonales significativos durante el embarazo- pueden estar en juego, ej. depresión perinatal. No obstante, la biología no es el único factor de riesgo para los problemas mentales de las mujeres. Los esquemas sociales injustos y el encasillamiento de este grupo de población, siguen afectando de forma desproporcionada en sus niveles socioeconómicos, seguridad, estatus social, y muchos otros. Un ejemplo de ello es la relación que hay entre la violencia sexual y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Por esta razón, el artículo de hoy examina la relación entre estos dos focos de interés: la salud mental y las mujeres. El post explorará los diferentes elementos que comprenden la dinámica y el grado en el que impactan los tratamientos y cuidados.

¿Cómo el sexo de una persona afecta su salud mental?

Las mujeres experimentan cambios hormonales considerables debido a procesos fisiológicos como la menstruación o el embarazo. El Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) afirma que ciertos trastornos pueden desarrollarse a causa de estas ocurrencias naturales y factores concomitantes. Algunos ejemplos incluyen:

• Depresión perinatal
• Psicosis post-parto
• Transtorno disfórico pre menstrual
• Depresión perimenopáusica

Aunque los factores ambientales y genéticos, como el estrés de la vida, ej. las exigencias del trabajo, contribuyen a la aparición de estas afecciones, el componente hormonal, tan exclusivo de las mujeres, desempeña un papel fundamental.

El riesgo de depresión perinatal incrementa en mujeres que tienen un historial, personal o familiar, de depresión, desorden bipolar o que han desarrollado depresión perinatal en embarazos previos.

¿Cómo afecta el género a la salud mental de las mujeres?

Antes de responder esta pregunta debemos aclarar nuestro entendimiento del sexo y el género y la relación entre ambos términos. Esta explicación ha sido simplificada, puesto que una mayor elaboración de estas dos categorías iría más allá que el alcance de este post.

En una definición primaria, el sexo podría referirse a la constitución biológica de un individuo (es decir, asignado al nacer o anatomía fenotípica debido a las hormonas, los cromosomas, etc.) El género, por otro lado, podría hablar de la construcción social que se tiene en relación con los atributos, el comportamiento y las expectativas, y dentro de la comprensión de la masculinidad y la feminidad. Las diferencias culturales y regionales pueden influir en la forma en que los individuos o la sociedad definen el género. (Véase la definición de género según la Organización Mundial de la Salud para más información).

Dicho esto, el género puede configurar el poder y el control diferencial de las mujeres sobre los determinantes socioeconómicos y otros elementos, como el estatus o el trato en la sociedad. Las construcciones sociales pueden hacer que muchas mujeres no disfruten de las mismas ventajas o beneficios que reciben sus homólogos masculinos. Estas diferencias dan lugar a desigualdades, injusticias y prejuicios, sentando así las bases para que aparezcan factores de riesgo específicos de género, como:

• La violencia de género
• Desigualdad socioeconómica
• Bajos ingresos o desigualdad de ingresos
• Estatus social bajo o subordinado
• La incesable responsabilidad de cuidar de los demás

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 1 de cada 5 mujeres sufre violación o intento de violación en su vida.

¿Qué significa todo esto en términos de tratamiento y cuidado?

A causa de estas construcciones sociales, la discriminación por género e incluso los prejuicios de género, las mujeres y los hombres pueden tener experiencias diferentes en la gestión de la salud mental, desde posibles subdiagnósticos de algunas condiciones hasta el sobrediagnóstico de otras.

Por ejemplo, es más probable que los médicos diagnostiquen depresión a las mujeres que a los hombres, aunque ambos presenten los mismos síntomas o tengan puntuaciones comparables en medidas estandarizadas. Se ha demostrado que el género femenino es un importante factor de predicción de la prescripción de fármacos psicotrópicos que alteran el estado de ánimo.

Estas observaciones coinciden con los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, en la que los resultados revelaron que:

• El uso de antidepresivos aumenta con la edad, en general y en ambos sexos; sin embargo, el uso era superior entre mujeres mayores de 60 años.
• El uso de antidepresivos en los últimos 30 días era superior en mujeres que hombres (17.7% vs 8.4%, respectivamente).
• Entre 2009-2010 y 2017-2019, se observó un incremento significativo en el porcentaje de adultos usando antidepresivos solo en las mujeres.

Aunque estas cifras no concluyen en absoluto que el género sea un factor causal en el uso de antidepresivos, los datos ponen de manifiesto la necesidad general de abordar una brecha en la atención mental entre sexos y, junto a ello, las posibles disparidades de género subyacentes. Hasta que la sociedad e incluso las instituciones y los profesionales sanitarios no lo hagan, las mujeres seguirán enfrentándose a un mayor riesgo de desarrollar determinadas enfermedades mentales y, por tanto, de tener una peor calidad de vida.

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